Sublime

Sublime la llama
entregada a su fin,
incrédula de su agonía.
Parece encenderse a cada instante,
ansiosa, egoísta, impaciente.
Sabiéndose dueña de los deseos,
se quema, se devora a sí misma
con la intensidad de cada aliento
que le ofrezco como dote,
y que le perdona complaciente la vida.
Sublime caricia de luz
que se sonroja sobre tu selénica piel
y crece en ti como una sombra de amapola.
Ropaje que dora tu contorno vertiginoso
colmado de aromas azucarados y desconocidos,
ante los que yo me postro rendido
como un vasallo ante su señor.
Sublimidad inquietante la de los suspiros
que rondan las noches sin ruidos,
dormidas de sensaciones,
frías sin un fuego encendido.
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