El volcán


La Palma            


Tengo sobre la frente la extraña marca de un fuego ardiente que me devasta.                          
Qué ingrata y a la vez generosa es la vida con quiénes pasamos de puntillas,
sin apenas ruido, intentando sembrar algo. 
Hoy hay fuego, y mañana la lluvia copiosa del cambio que nos aprieta.                                
Pequeño mundo entre las manos temblorosas, qué poco me queda ya de ti
qué poco quedó de mí.                                      
Huye o quédate, pero no llores a mi lado porque inevitable es todo o nada.                      
Agarra mi corazón que humea como el olivo y la vid quemados, nada puedo darte
salvo escucharte como me escucho a mi misma.               
Mañana tendremos el dolor como alimento y las lágrimas como áspera manta,
la cabeza sobre una almohada de arena que forma remolinos y se amontona a tus pies.                            Y los sueños al viento, esperando regresar como la melodía 
que tantas veces se tararea en brazos de un amante.
En el horizonte el eterno mar azul, en búsqueda constante de unos ojos que brillan,
al igual que un faro, sobre la roca negra.






Comentarios

Daniel ha dicho que…
Carmen,
Vuelvo a leerte, y ya en las primeros versos que leo vuelvo a comprobar la calidad de tus textos.
Me alegra estar de vuelta después de tan largo viaje.
Salud.
Mamen ha dicho que…
Bienvenido de nuevo, y siempre, Daniel.

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