Nos agotamos





La tortuga más vieja del mundo miró la luz que se descomponía en colores a través de la superficie del agua. Así creía volver al principio cuando corría con todas sus fuerzas en la arena de la playa solitaria, en algún lugar al que no hacía falta poner nombre. Entonces veía el horizonte azul, de ola. sal, y cielo, y sentía la fuerza de la vida.

La tortuga más vieja y hermosa del mundo se agitó impulsada por la marea, se dejó mecer, y quizá cansada, o medio dormida, se dio cuenta de que en la costa no había ya playa solitaria, ni nada a lo que poner un nombre. A lo lejos las figuras de cientos de seres que gritaban y se movían deprisa sin sentido, parecían mirar a hacia ella. Un cielo anaranjado de atardecer caluroso e inquietante se asomaba dibujando torres inmensas que brillaban. No vio árboles, ni montañas, intuyó la agitación feroz del miedo y la desesperación, y ya agotada, giró sobre sí misma, para huir, lo más lejos posible de todo aquello, que como un golpe la había herido más que la propia proximidad de la muerte.








Comentarios

JUAN ha dicho que…
Un bello relato que nos hace reflexionar sobre nuestra existencia y nuestros actos en este planeta. Un saludo Mamen. Juan
Mamen ha dicho que…
Juan, creo que no somos capaces de darnos cuenta.
Abrazo.

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