Me pusiste un nombre
Cuando hablas quién eres, cómo me has encontrado
me pusiste un nombre, leías la estrella polar
y madrugabas para vivir todos tus días,
yo aún estaba despierta intentando no pensar
y las blancas sábanas retenían tu forma a las once en punto.
Te conté una historia sobre libros de espías y nazis huidos
te regalé un lienzo para colgar,
era cuestión de darnos en cada gesto, la necesidad
de que nos descubriéramos tantas veces
en tantas cosas, sin querer nada más.
Cuando hablo quién soy, cómo te encontré
leía material de derribo, te puse un nombre,
y madrugaba para vivir todos mis días sin excusas.
Tú ya dormías intentando pensar que quieres de la vida
y las verdes sábanas esculpían mi postura a la una en punto.
Me contaste cuánta miel de romero hay en mí
me regalaste, sin saberlo tú, la escrita cicatriz que mostrar.
Comentarios
Me quedaré por aquí un ratico y volveré...
Besicos.