El invierno







Esperé como tantas veces antes,
hoy aquí, como una sombra
entre la pared y esa puerta
que nunca cerré.
Esperé
que llegara mi tiempo,
que no me convirtiera en dolor
ni en un absurdo pensamiento
del que hay que deshacerse,
y así, ni siquiera fui consciente
del largo paso de este tiempo.
Tan sólo esperé para verte, 
sentir que tú también habías esperado,
no como la sombra triste
que se prolonga sobre el suelo
sin definición,
más bien como una luz cálida
eternamente candente,
prometiendo
con cada aliento, permanecer.

Comentarios

Amando García Nuño ha dicho que…
Nada permanece, ya sabes. Salvo, en todo caso, nuestra capacidad para esperar, esperar siempre.
Abrazos
Mamen ha dicho que…
Sí, cierto, la vida se eterniza en esperas.
Un beso.

Lo más leído