Munch y yo





Fotografía de Carmen Uría





Cuando Munch pintaba “El  Grito” no podría haber imaginado nunca que su desesperación interior, el temor al final, la enfermedad, el dolor, la soledad, el paso del tiempo y sus preguntas, se cotizaran tan alto. No podría imaginar que tras la ruptura pictórica que significó su estilo y su denuncia de una época, hoy se esconderían los valores en bolsa del Arte. Cuando Munch pintaba lo que sentía
-no lo que veía-, el recuerdo de ese instante, de esa impresión enmarcada en un fondo que no se entiende (qué sólo él entendía), pintaba de memoria sin añadir nada, sin los detalles que ya no estaban ante él, quizá no era sino una especie de egoísmo.


Entre los escombros de las obras, tras mi ventanas, un trozo de vida se resistía a secarse, las calas de los jardines ahora desarmados y en huesos, aún frescas, arrancadas de cuajo de la tierra, miraban al sol. La fotografía, el instante, la impresión robada de ese día me pareció más bella de lo que podría creerse. Y yo que imitando al genio, torpemente y sin pretensiones, quise enseñar lo que yo veía, no la realidad, que ya por sí misma siempre está presente, decidí que el recuerdo que se iría merecía unas palabras enmarcadas en un presente de colores apagados como  lo eran entonces, o quizá simplemente era la necesidad de que alguien me leyera (escuchara) aquí y ahora.

Comentarios

Darío ha dicho que…
Quizá no imaginó la desesperante realidad que después Benjamin llamó la "reproductibilidad técnica". El arte como mercancia. No desesperar, todavía resisten los héroes viendo muy profundo en sus cuadros.
Un abrazo.
Mamen ha dicho que…
Sí, aún podemor mirar dentro y ver.
Lola Fontecha ha dicho que…
Leida preciosa y quedé encantada... no se pintar si no miro lo que debo realizar... me encantaría.. Solo con la cámara hago pinitos pero estos son lo que tengo más cerca. Besitos mamen, seguimos por aqui

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