Desde el jardín, bajo del magnolio, al mar abierto. 2.

Coloqué sobre la mesa las conchas y caracolas con cuidado y esperé, quizá convencida o esperanzada de que el un milagro ocurriera y en ese instante, al finalizar ya la tarde, con la brisa y el eco lejano de un mar que nunca duerme, los hermosos restos de vida marina decidieran resucitar y como instrumentos musicales de nácar y sal filtraran el rumor de las olas, y me hicieran regresar con la melodía limpia y azul de sus entrañas a la pequeña cala solitaria, donde el tiempo parecía detenerse cada tarde en que yo la visitaba.
Isla de Arousa

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Hola Mamen, hacía tiempo que no te saludaba. Hermosas imágenes de conchas y de algún ilustre gallego que conozco de algo.
Por cierto, además de visitar a Don Ramón del Valle, ¿estuviste en Padrón, en la casa de Rosalía?

Un saludo Juan.
Mamen ha dicho que…
Ya me habría gustado `pero me enredé en Santiago y al final no tuve tiempo.
Un abrazo.

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