Imposible fijar la vista





Que es imposible fijar la vista en una nube, lo intenté esta tarde pero se movía y a mi se me hacía un nudo en la garganta como si aquello me diera miedo. Divagaba en muchas cosas y en nada a la vez, con la cabeza colgando sobre el respaldo de la vieja silla de jardín, descolorida de tantos veranos al sol, hacía guiños y muecas. Las ramas de la Mimosa iban y venían mecidas por el viento, se me cruzaban en la visión de la gran mancha blanca y sus devaneos con el cielo, la vestían de minúsculas motas amarillas y mis ojos se entrecerraban adivinando los miles de susurros que desprendían en su caída dorada hacia mí. La nube se deshilachaba, en cuestión de segundos había una composición nueva, aún más artística, yo casi me mareaba intentando detenerla fijarla al azul. Por qué tanto empeño, quizá pretendía quedármela, sujetarla invisiblemente, que se quedara sobre mí como una corona de transparencia inquietante, hacerme parte suya, gota de vapor o similar estado y desvanecerme sin más, ir lejos, acaso proyectarme líquida y vertiginosamente sobre un Central Park vacío, silencioso, exhausto de multitud, cansado de la vorágine ejecutiva y matemática de las grandes cifras, colonizado de mestizajes bellos y necesarios, testigo de la indecencia de la miseria, espectador de los cambios, los desordenes y las risas mal dedicadas.
Imposible fijar la vista, imposible, y esa sensación que se te queda agarrada entre las costillas y el corazón, que advierte o crees entender que es así, de lo poco que uno representa bajo un cielo inmenso e infinito que ni siquiera te mira.






Comentarios

Lola Fontecha ha dicho que…
Somos tan pequeños cuando nos comparamos con algo asi. Dejarme llevar por una nube que me pasee permitiendo ver desde arriba lo que habitualmente nos es negado....
Darío ha dicho que…
Cuantas nubes inquietas en este mundo...

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