Fragilidad y suerte



Hace muchos años me encontré la mariposa que veis en la imagen.
Fue en una tarde cálida, yo caminaba por la acera con mi hijo de la mano que tendría unos siete u ocho años. Al mirar al suelo allí estaba ella, cerca del bordillo, ya en la carretera, predispuesta a desaparecer en cualquier momento.
Los dos la vimos, qué guapa es, dijimos, pensamos que estaba viva, pero al acercar nuestras manos, ella no se movió. La cogimos y la envolvimos con cuidado y la llevamos a casa, porque era evidente que un ser tan perfecto allí no podía quedarse, desde entonces sigue aquí, mi hijo ya tiene dieciséis.
Hoy al mirarla y hacer memoria de su encuentro me he dado cuenta de que su belleza está intacta como el primer día, supongo que las condiciones de temperatura han sido las adecuadas y se ha conservado sumamente bien, aún así no deja de sorprenderme que su fragilidad sea de una resistencia insospechada.
Todos hemos visto como una mariposa mueve sus alas ¿o no? Yo vivo en una zona rural y en la primavera las veo revolotear entre mis macetas sobre todo al mediodía con el sol iluminándolo todo, calentándonos un poco después de nuestros inviernos largos. Me he dado cuenta de que cada vez es más difícil observarlas, hay muchas menos. Dicen que si una mariposa agita sus alas en un extremo del planeta en el otro se produce un tornado, un ciclón, algún tipo de desastre natural, entonces ¿cuántas mariposas habrán agitado sus alas en estos días?
Fragilidad. Somos frágiles, pero a la vez fuertes, capaces de seguir. Resistencia, fuerza, fragilidad ¿contradicción? La mariposa de mi historia, de la cual desconozco su nombre científico, se llama Metáfora.
La bonita pulsera que acompaña a Metáfora, es una baratija que imita piedras de ámbar y jade verde con pequeñas figuras de plata. Es una pulsera de la suerte. Llego a mis manos una noche festiva de verano, en una gran feria donde los puestos de bisutería y complementos se eternizan hasta llevarte a la confusión más absoluta.
Fue un detalle de mi hermana, me dijo, para que te acuerdes de mi, qué te de mucha suerte... y a mi me pareció el regalo mejor del mundo, porque la pulserita me gusta tanto como el ruidito que produce al mover la mano. Suerte. ¡Qué me dé suerte! qué mayor suerte hay que ésta, qué tú pienses en mi. Fragilidad y suerte, dos palabras, dos imágenes, una subjetiva y la otra abstracta, forma y fondo de nosotros mismos, pequeños detalles de un todo, que nos acompañan por los miles de caminos de esta vida de contrastes insólitos.

Comentarios

Lola Fontecha ha dicho que…
Preciosa historia mamen. Belleza y Fragilidad juntas upssss, bonita mezcla. Un besito

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